Otra derrota y van...

Aburren, muchachos, en serio. Más allá de que siempre haya excusas al alcance de la mano, para mí ya no hay retorno, sépanlo. Llega un punto que verlos jugar se torna una tortuosa experiencia, más allá de que siempre estamos firmes en la tribuna o frente al televisor. Es tan malo lo que hacen en la cancha, lo peor es que ya se transforma en algo esperable, lamentablemente, y que el DT no hace nada para evitarlo.

No quiero hacer leña de un árbol caído desde hace años pero debo ser sincero: dan asco, jugadores y cuerpo técnico, culpas compartidas por igual, en mayor o menor medida es más de lo mismo. Duelen los ojos ver jugar a San Lorenzo, tanto o más que el alma por no recibir respuesta desde ningún sector.

Vergonzosa actuación en La Paternal, enésima edición de una tirada sin final a la vista. Desde los horrores del caprichoso de Jorge Almirón a la hora del armado del equipo y de los relevos y desde su planteo timorato e incomprensible hasta aquellas decisiones masoquistas y kamizakes que parecerían hechas adrede (que jueguen Ariel Rojas, Rentería o Castellani, por ejemplo), nuevamente salimos derrotados de un estadio, en esta ocasión ante Argentinos Juniors, el último de la Superliga.

Argentinos salió a ganarlo desde el arranque, y a los pocos minutos llegó al gol gracias a una serie de errores (y horrores) defensivos y un cabezazo de Torrén, el primer grito en más 200 partidos con la camiseta del Bicho. A partir de allí, el local manejó el ritmo y hasta pudo aumentar la diferencia. San Lorenzo tuvo dos chances en la tarde: una inmejorable de Gaich en el área tras un rebote al medio del arquero, y una escapada de Fértoli por derecha que definió mordida y el arquero Lucas Chaves contuvo. Nada más que eso, demasiado poco para dar vuelta la historia.

San Lorenzo volvió a perder, esta vez por el partido de ida de la Copa de la Superliga. Ya lo había hecho el jueves, también 1 a 0 ante Junior, eliminado en la Libertadores. En ambos casos dando lástima, arrastrándose en la cancha, sin ideas, sin capacidad de reacción pese a la adversidad. Restan 90 minutos, en el Bidegain. Esperemos que la mano cambie, al menos para continuar en esta competencia local. Llegó un punto en el que nos acostumbramos a transitar este proceso semana a semana, para más no da.