Empató con la cabeza puesta en el Globo

Hay veces en las cuales se dice que un equipo no juega por nada y más de uno lo contradice aludiendo que con el sólo hecho de vestir determinada camiseta siempre existe un interés implícito. Lamento desilusionarlos a los que piensan así, el partido ante la Liga de Quito fue un calvario. Sabía que venir al Bidegain era un compromiso implícito, una cuestión afectiva, moral e incondicional, evidentemente se transformó en una pesadilla.

 

Una vez legalizada la eliminación y a sabiendas de que todas las fichas estarían puestas en el campeonato, era de esperar que esta última fecha de la Copa estaba en el calendario como una obligación, apenas para cumplir y poco más. Sin embargo, brindaba la oportunidad de ver en acción a juveniles de escaso rodaje para aquellos que son habitués de la Primera y hasta por ahí nomás. Mi orden visual estaría puesto en Germán Berterame, Brian Mieres, Bautista Merlini y Rodrigo De Ciancio, en estricto orden y de acuerdo a lo que ellos potencialmente me podrían demostrar. También sería la oportunidad de evaluar a un arquero como Nicolás Navarro, alguna vez de un gran presente, circunstancia que lo llevó a vestir el buzo del Nápoli. No obstante, al que quería ver en verdad era a Facundo Quignón, relegado por Pablo Guede, ¿quién sabe por qué razón?