Empate y poco más aunque mereció ganar

¡Cómo le cuesta ser protagonista del partido a San Lorenzo! Basta que se le plante un equipo en su propio campo para complicarle la tarde, y -para colmo- si el tan ansiado gol se hace desear, la situación se complejiza aún más. 

Con esta introducción, entro en comentario para destacar las dificultades que tiene el Ciclón debido al plantel de medio pelo (a mi entender) con el que cuenta. Más allá del holgado número de profesionales con el que cuenta, San Lorenzo es decididamente un grupo mediocre y con él no debería aspirar más que al ingreso a alguna copa internacional. Es lo que hay, cuervos, no exagero, y con esto debemos acostumbrarnos a lidiar, al menos en este presente inmediato.

Frente a Colón y ante la necesidad de no perderle el tranco al único puntero y campeón vigente, el elenco que dirige de manera interina Claudio Biaggio salió a ratificar el golpe propinado en La Plata en el inicio de esta semana. Sin embargo, le costó demasiado generarle peligro a un rival tan ordenado como conservador. Y más allá de sendos zapatazos a distancia de Cerutti y Belluschi, respectivamente, de un centro que Nico Blandi no pudo conectar y un cara a cara de Merlini que pifió ante Alexander Dominguez, poco más pudo hacer el once del “Pampa” para lograr una merecida apertura del marcador.

En la segunda parte, San Lorenzo salió más decidido a quedarse con el triunfo, y además de adelantar las líneas merodeó las barbas del arquero ecuatoriano al punto de erigirlo en figura del encuentro. El gol se había negado en innumerables oportunidades, era cuestión de encontrar el momento y golpear justo. Y aunque hubo un tramo en el que las acciones decayeron y el Ciclón se obnubiló, nuevamente Belluschi comprobó la solidez del inquebrantable portero Sabalero quien salvó a su equipo de manera providencial.

San Lorenzo insistió hasta el cierre del partido pero debió conformarse con una igualdad que jamás pudo romper. Careció de ese último toque porque tuvo más enjundia que ideas, y un DT apoyado por la gente que no hizo una buena lectura del match a la hora de hacer los cambios, de hecho mantuvo en la cancha durante todo el partido al cada día más resistido Merlini. Por eso, la última pitada lo castigó con un empate, sin más argumentos para justificar un resultado con gusto a poco, casi nada.