Aún con el empate, San Lorenzo está más vivo que nunca

El Ciclón de Pablo Guede fue más que Gremio pero no le alcanzó para quedarse con el triunfo y empató 1-1 con el equipo Gaúcho, en Porto Alegre. Buena actuación de un elenco que salió a ganar en Brasil, que dejó todo en la cancha y que mantiene intactas sus aspiraciones de avanzar a la próxima fase de la Copa.

San Lorenzo se vio en desventaja a pesar de que había hecho casi todo a la perfección en el Arena do Gremio. Sin embargo, sufrió al extremo de tener que remarla desde atrás luego de que Sebastián Blanco cometiera una infantil infracción en la puerta del área y que Fred la mandara a guardar, con la complicidad de Torrico y de su barrera. Paradójicamente, el Ciclón (que había sido el protagonista de la primera parte), resultaba castigado, más por errores propios que por virtudes de su rival. Para colmo, estuvo a punto de quedar en coma cuando Everton estrelló su remate en el travesaño ante un Torrico vencido. La mano pintaba complicada, no era para menos.

Cuando San Lorenzo asimiló el gol, retornó a la senda que lo había acercado a la apertura del tanteador. Siguió yendo al frente y, con la conducción de Belluschi y Ortigoza sumado a los desbordes indescifrables de Cerutti, copó la parada. Y tanto fue su supremacía que acorraló a Gremio sobre las inmediaciones de Marcelo Grohe. Y no sólo eso, a minutos de quedar desahuciado, recuperó la sonrisa. Fue cuando Belluschi ejecutó un tiro libre desde la izquierda. Cauteruccio la peinó, su remate pegó en el poste y rozó en el arquero brasilero para ingresar en el arco. Era el 1 a 1, había justicia en el marcador.

Si hubiera sido por méritos, la balanza debió haberse inclinado para el lado azulgrana, no obstante el partido estaba abierto y le faltaba el capítulo final.

En la segunda parte, San Lorenzo insinuó a seguir dominando el centro del ring, pero esa intención no prosperó porque el conjunto Gaúcho asumió el protagonismo del juego en su propio estadio. De repente, el buen manejo del Ciclón se transformó en un incesante cúmulo de equivocaciones, muchas de ellas evidenciadas hasta en los más sencillos pases. Por si fuera poco (y al mismo precio), Gremio encendió una nueva alarma cuando Geromel sacudió el travesaño desde media distancia. También lo tuvo San Lorenzo luego de otra pelota en la que Grohe la encontró casi en la línea tras una serie de rebotes. El partido no era vistoso pero estaba incierto y gozaba de un componente extra: estaba para cualquiera.

En el último tramo, Gremio exhibió su mejor fútbol, en parte porque encontró espacios para generar peligro a través de las bandas. Pero la superioridad no fue tan visible para doblegar la resistencia del fondo azulgrana y le permitió al Ciclón animarse a más. Era cuestión de proponérselo, quedaban 10 minutos y todo podía pasar en Porto Alegre. Avisó el ingresado Matos cuando anticipó un centro desde la izquierda y su remate pasó cerca del poste de un Grohe vencido. El momento era inmejorable para San Lorenzo, restaba saber si quedaban energías para desequilibrar a su adversario. Pero aunque entregó todo lo que pudo, debió conformarse con una igualdad que lo dejó con vida en una Libertadores en la que aún no pudo sumar de a tres. San Lorenzo fue más que un Gremio que se fue reprobado por su propio público, se quedó sin combustible para cerrarlo y regresa a Buenos Aires con un sabor agridulce. Sabe que depende de sí mismo y que no existen utopías, esta vez no debería ser diferente…