Sin vergüenza…

San Lorenzo le ganaba 1-0 a Central Córdoba en Santiago del Estero y manejaba el partido con autoridad. Pero apareció el árbitro Nazareno Arasa, que fiel a su apellido arrasó con todo lo bueno que había construido el Ciclón: un penal inexistente, una expulsión insólita y un rumbo torcido de manera grosera terminaron en una caída 2-1 que huele a estafa más que a derrota futbolera.