Que de la mano, de Ramón Díaz...

A mediados de 2006 y con Oscar Ruggeri como DT, las expectativas de San Lorenzo eran altas para pelear el Torneo Apertura de ese año, apoyado en jugadores de experiencia como Saja, Méndez, Husaín y Joaquín Botero, el delantero boliviano que llegó con bombos y platillos y se iría 6 meses después prácticamente por la puerta de atrás. A él, lo siguieron el propio Husaín, Quattrocchi, Ariel Pereyra y más. En un campeonato que parecía presentarse interesante para los dirigidos por el “Cabezón”, terminó de forma caótica, con la salida del DT y goleadas insólitas e históricas en contra, como el 1-7 ante Boca, el 0-5 ante River en el Monumental y un 2-4 después de ir ganando 2-0 ante un Quilmes que terminaría descendiendo 6 meses después.

Se necesitaba un cambio de aire, que aparezca un motivador que se haga cargo de la presión que significaba dirigir a San Lorenzo y se logró una revolución: Ramón Díaz, hijo pródigo de River, llegaba a Boedo tras un tiempo sin dirigir (5 años, 4 me­ses  y 29 dias) para aspirar al título, aunque tenía varios frentes abiertos en el día a día de ese plantel: la lle­ga­da de Ra­món le­van­tó el áni­mo de la gen­te, aún sin que se pro­du­je­ra nin­gu­na con­tra­ta­ción de jugadores importante (llegarían Gastón “Gata” Fernández, Cristian “Lobo” Ledesma y Aureliano Torres, tres futbolistas que no eran titulares en sus equipos)

“Acá hay que pe­lear el cam­peo­na­to y para eso, debemos tener un equi­po, una es­truc­tu­ra, una ba­se só­li­da… Ven­go pa­ra que­dar en la his­to­ria de San Lo­ren­zo“, le declaraba el día de su presentación en el Bidegain a El Gráfico.

Ya en el verano de ese año 2007, se generaría el primer cortocircuito: el abrupto alejamiento del arquero Saja generó tensión, lo cual sumado a los primeros partidos amistosos con empates en cero ante Independiente y River, y la derrota con Boca 0-2, sembraba un manto de dudas sobre el equipo. El 31 de enero San Lorenzo enfrentó a Racing en el Padre Martearena de Salta y se vería la primera respuesta anímica del equipo: tras ir perdiendo 0-3 en el primer tiempo, lograron empatar en el complemento y llegaron con mejor ánimo al debut por el torneo, 10 días después ante Gimnasia de Jujuy en el Nuevo Gasómetro.

Los futbolistas se liberaron y así se vio el verdadero nivel de jugadores resistidos como Santiago Hirsig, Sebastián Méndez y Osmar Ferreyra. De entrada marcó que Ezequiel Lavezzi (que estaba con un pie en River) y Silvera eran “la mejor delantera del fútbol argentino”. Le dio la titularidad a Orión (en plena pretemporada se desestimó la oferta de Sampdoria de Italia, de 1.200.000 euros por él) ya que Sebastián Saja se había ido, en conflicto público con el propio DT, al Gremio de Porto Alegre y para hacer notar el inflador anímico, vaticinó que el propio Orión iba a jugar en la Selección y a los dos meses, salía de suplente ante Chile. A lo largo del torneo, su arquero fue indiscutido y de los puntos altos del campeón.

Cristian Tula era resistido por cierta parte del público azulgrana y Ramón se la jugó por él, otorgándole la titularidad y haciéndolo jugar de lateral derecho cuando el esquema era con línea de 4 defensores o de stopper derecho si había 3 abajo. Incluso, lo transformó en capitán del equipo en lugar de Adrián González y con sus buenas actuaciones defensivas y 3 goles claves en la recta final del torneo (en la tarde del título ante Arsenal incluído) fue otro de los grandes aciertos del DT.

Otro caso importantísimo de aquel equipo campeón es el de Sebastián “Gallego” Méndez: llegó como el refuerzo estrella en el invierno del 2006 tras ser figura en el Celta de Vigo español pero le costó muchísimo la adaptación, más allá de la banca constante que le daba Oscar Ruggeri, poniéndolo en prácticamente todos los partidos de titular. Incluso, después del 1-7 ante Boca pensó en la posibilidad del retiro: “Lo recuerdo como algo desagradable. Es complicado aguantarse un palo como el de Boca. Son momentos de calentura, pero hacen que uno disfrute más las cosas buenas cuando vienen. Ahora estamos muy felices, pero el año pasado sufrimos mucho y por suerte ahora festejamos. En el fútbol no hay muchos secretos. El estado de ánimo es vital“, declaraba en abril de 2007 al Diario La Nación, en medio de un San Lorenzo punterísimo. Su nivel fue superlativo y además, tuvo su cuota goleadora y vaya si fue importante: a poco del final, convirtió el 1-0 en Rosario ante Newell’s por la fecha 16 y los de Ramón daban así, un paso gigante de cara al título.

El Lobo Ledesma desplegó su exquisito juego, panorama y toque. Llegó de Argentinos Juniors para ese semestre por 800.000US$ y tuvo seguramente el mejor tramo de su carrera: “Fue un sueño jugar en San Lorenzo y haber salido campeón con esta camiseta no tiene precio. Ramón fue el DT más importante que tuve en mi carrera“, le dijo a Diario Olé en alguna ocasión. Al finalizar ese torneo, fue vendido al Olympiakos griego por 1.7 millones de dólares.

De conocerlo de pibe por su paso en River, Ramón Díaz transformó en indiscutido y tal vez en el caso más significativo de aquel plantel de pasar de abucheado a reconocido al “Malevo” Osmar Ferreyra. Otro de los que dejó secuelas individuales aquel 1-7 ante Boca del 2006: Un grupo de ex barras del club tuvieron un encuentro con el cuerpo técnico y el plantel azulgrana en el primer entrenamiento tras la derrota histórica y el volante izquierdo fue el más apuntado como responsable de gestos ofensivos a la platea luego de la derrota ante los xeneizes. Lo de Ferreyra tal vez no fue fundamental de cara al arco rival (un gol, en la primera fecha) pero con sacrificio y su pegada excelsa, cambió insultos por aplausos unánimes.

Por su parte, La Gata Fernández llegó a una semana del comienzo del torneo. San Lorenzo adquirió el 70% del pase del volante en u$s1,1 M y Ramón Díaz contó con el enganche que buscaba. Llegó al club tras estar sin lugar en River, luego de regresar de su préstamo por el fútbol mexicano. El “tridente” que conformó con Silvera y Lavezzi le permitió al público azulgrana gritar más de 20 goles y siendo Fernández el goleador (del equipo) con 9, varios de ellos muy importantes, como el día de la consagración ante Arsenal y el doblete ante a Banfield. Una particularidad: cada vez que la Gata convirtió, el ciclón no perdió.

Y si hablamos de Ramón Díaz como DT, también hay que tener en cuenta el manejo mediático del riojano y quedó totalmente evidenciado en el caso Lavezzi. “No po­dés com­prar una Fe­rra­ri por dos pe­sos. La­vez­zi es oro en pol­vo y yo di­je que el Ri­ver de Agui­lar no es­ta­ba en con­di­cio­nes eco­nó­mi­cas de com­prar­lo. La­vez­zi es un ju­ga­dor bár­ba­ro, tie­ne ta­len­to, jue­go, ma­ne­jo de pe­lo­ta, es gua­po, es­te año va a ha­cer 15 go­les. Vale 20 millones de dólares. Con Sil­ve­ra son los dos me­jo­res de­lan­te­ros del fút­bol ar­gen­ti­no“, dijo el DT cuando ya sabía que el “Pocho” no sería vendido a River, que pujó fuerte por quedarse con sus servicios y obvio, Ramón no iba a arrancar con el pie izquierdo en ese sentido. El ex Estudiantes de Buenos Aires no terminaba de explotar pero era de los mejores jugadores de San Lorenzo y en ese semestre terminó de explotar. “Lo vamos a poner bien para que haga un gran campeonato. Lo más importante para el jugador es entrenarse y estar en condiciones. Las exigencias serán grandes“, declaraba Díaz en TyC Sports cuando el Pocho viajaba desde Buenos Aires a Mar del Plata para sumarse a la pretemporada, una vez segura su estadía en Boedo. Su campeonato fue excelente y lo catapultó para ser vendido al Nápoli en 6 millones de euros.

Por eso, no es casual que Ferreyra y Orión sean los que más partidos jugaron con 18 partidos, seguidos por Tula y Ledesma (17) y Méndez, Lavezzi y Fernández con 15.