Otra vez sopa…

¡Qué verdes somos, por favor! ¿Y por casa cómo andamos, Altamirano? A exactamente una década de alcanzar la Gloria Eterna, el arquero sin pies volvió a demostrar que tampoco las manos son su fuerte. Y eso que San Lorenzo jugó el primer tiempo casi a la perfección. Porque aún conocedor de sus limitaciones, el conjunto azulgrana disimuló su complicado presente a base de entrega y presión en cada centímetro de la cancha. Gracias a la gambeta de Reali y el optimismo de Cuello, El Ciclón se puso en ventaja gracias a un centro del ex Independiente Rivadavia, y cabezazo al piso del siempre rendidor delantero que llegó en silencio y de a poco se transformó en columna vertebral de un equipo que sigue en construcción. El 1-0 del once del Pipi Romagnoli obligó a Mineiro a asumir más riesgos, pero a pesar de tener marcada posesión del balón jamás logró inquietar a Altamirano. El capítulo inicial se cerró con un partido dominado desde lo territorial pero también desde lo anímico…

La segunda parte comenzó siendo un apéndice de lo que había ocurrido antes del descanso. El juego estaba controlado para El Ciclón pero en un tiro libre Altamirano volvió a mostrarse endeble al dar un rebote infantil, y Paulinho empató el marcador para el Galo. Otra vez a remar como si el partido recién empezara. El enésimo horror del arquero del Ciclón lo había hecho posible. Con el 1-1 la paridad siguió reinando, en un partido donde la visita siempre mantuvo el predominio del encuentro, más allá de que el empate le calzaba a medida. A sabiendas de que la revancha se haría cuesta arriba, San Lorenzo intentó por todos los medios recuperar la ventaja obtenida, pero careció de ideas, y encontró en la pitada final del uruguayo Tejera una sensación agridulce, porque si bien la serie sigue abierta, la parada en Brasil no será nada sencilla…

El Ciclón tuvo todo para quedarse con el triunfo, una vez más los imponderables de siempre le jugaron una mala pasada…