Balsas: "Nada más lindo que silenciar La Bombonera"

Sebastián Balsas nos atiende “desde el otro lado del charco”, como lo dice él. ¿Cómo? Claro, habla con San Lorenzo Primero desde Zaragoza, España, donde está radicado hace varios años y trabaja junto a su hermano y unos amigos: “Mi hermano mellizo estaba metido en los negocios y cuando dejé el fútbol, me dijo que me sume, hoy en día tenemos cuatro establecimientos: dos restaurantes, una disco y un pub. El boliche no lo abriremos hasta el año que viene y el resto estamos trabajando al 40% de capacidad. Está dificil, pero tenemos 103 trabajadores a nuestro cargo y lo que más nos preocupa es hacer girar la rueda para volver a la normalidad. Ojalá pronto salga una vacuna y por el bien de la humanidad pase a la historia. Tengo un amigo internado hace 2 semanas y la está luchando, aunque está mejor es complicado. Lo ideal sería que esto nos haga un click y que podamos ver lo bueno de las pequeñas grandes cosas, como compartir un mate, abrazarnos, respirar, etc.”, analiza el uruguayo.
Hace poco más de 10 años, Sebastián Balsas llegó a Boedo: “Mi paso por San Lorenzo se lo puede describir como una montaña rusa. Tenía contrato con Nacional, club del que soy hincha, jugamos ante Peñarol en el Centenario, tuve la chance de hacer el gol soñado en la última pelota pero pegó en el palo y salió y perdimos el título. Comencé la pretemporada, querían que me quede pero me llamó Ramón Díaz y me dijo que quería que sea el 9 de su equipo. Y por el Loco Abreu, por la hinchada y por Tinelli yo simpatizaba por San Lorenzo, así que no dudé. Apostaban por mi (NdeR: 4 años de contrato) y sentí que me quería ir. Entré con mucha fuerza y había que respaldar eso”, comienza hablando sobre su paso por CASLA.
“En los primeros partidos no pude convertir, hasta que se dio el partido con Racing: quiero cabecear con fuerza pero no ponerla ahí. Fue soñado, de visitante, en un clásico, a la gente de ellos muda y a la del ciclón completamente feliz. Yo no estaba con un gran partido y con Emi Alfaro (cumpa uruguayo de aquel plantel) teníamos un festejo preparado que era el de torero, pero antes del comienzo del segundo tiempo me agarró Ramón y me dijo: “vas a hacer un gol” así que corrí toda la cancha y le agradecí a él en ese momento, no me importaron las cargadas en el vestuario, ja”, recuerda con risas el propio Balsas.
Además de hacer goles, habla sobre lo que representaba aquel plantel: “No fue de los mejores de los que integré, había muy buenos jugadores pero al caernos no estuvimos lo fuerte que debíamos, como lo sucedido entre Orión y Ramón Díaz y aquella historia entre ellos (NdeR: San Lorenzo recibió a Estudiantes de La Plata, donde jugaba Orión en ese momento) con cruce dialéctico y yo era muy amigo de (Diego) Rivero, que a su vez era muy amigo de Agustín. Hasta ahí veníamos bárbaro, invictos, pero perdimos 1-0 y se desencadenó aquello del póker y esa historia, pero además perdemos ante Colón y Lanús y no nos levantamos más”, analiza aquel torneo el goleador.

Pero se toma su tiempo para hablar del conflicto que se generó por el poker, que tuvo mucho de mito y poco de realidad según su análisis: “Era para pasar el tiempo en la concentración, cada uno hacía la suya y así como jugábamos a esto, también era truco, chinchón o lo que sea. Concentrábamos 2 noches previas al partido y en esa primera noche, previa al táctico en el último entrenamiento, éramos 12 o 14 jugando y apareció Rambert, que era ayudante de Ramón, para decirnos que no eran las horas y nos fuimos a dormir. Al otro día el DT habló y pidió que no se repita más. ¿Qué pasó? Perdimos con Estudiantes y se complicó todo. Los apuntados fuimos Rivero y yo, parecía que habíamos jugado solos y en realidad estaba medio plantel ahí, pero había que asumirlo. Es tal cual como lo cuento, se nos fue de las manos pero lo vendían para la tapa de diarios. Al Falcon de Ramón se le estaban soltando los tornillos pero se seguía hablando del póker y encima el Burrito pasó de capitán a la tribuna y yo al banco y encima fuimos a jugar a Huracán y perdimos 3-0 contra ellos que no tenían nada. Nos pasaron factura”, dice.
Más allá de estas cuestiones negativas, se queda con lo positivo en San Lorenzo y redobla la apuesta: “Hay recuerdos imborrables. Ver a toda La Bombonera muda y a los 6 mil cuervos gritando no me lo olvidaré jamás, lo mismo en cancha de Racing“. Se cumplen 10 años de aquel partido con Boca, en lo que significó una nueva victoria del ciclón, pero Balsas cuenta todo con lujo de detalles lo que fue la previa, el partido y todo el post…
“Es como una película. Estábamos haciendo un trabajo físico en el que saltábamos con peso, pero yo estaba esguinzado y dejé de saltar, pero el PF me chicaneó diciendo “¿qué pasa Balsas, no saltamos?” y para no acusar lesión, salté y no llegué al cajón, me doblé el tobillo y caí con la tibia en la mitad del cajón de madera que tenía un filo y me partí la tibia. Me dieron 11 puntos, se me veía el hueso. No lo podía creer. Ramón preguntó y el médico le dijo que no llegaba al partido, pero yo le iba a pedir estar como sea, aunque sea un rato. No entrené en toda la semana y no podía más del dolor. Lo volví loco para que no me deje afuera y solo troté dos días antes del partido pero me tiraban los puntos y me moría del dolor. Con eso, concentré”, comienza su relato. “Éramos 20, y vino Ramón y me dijo: “¿te la bancás?” y le respondí “obvio, estoy para los 90 minutos, pero pensé que no me iba a poner. Fue una locura”.
“Éramos 20, y vino Ramón y me dijo: “¿te la bancás?” y le respondí “obvio, estoy para los 90 minutos, pero pensé que no me iba a poner. Fue una locura”
“Llegó el día del partido, dio la charla y me anunció con Menseguez de titular. Me hizo sentir el mejor jugador de la galaxia, porque había compañeros al 100% pero se la jugó por mi. Fue el DT que mejor me hizo sentir adentro de una cancha. Al momento de calentar vienen Pereyra y Rivero a decirme que no podía jugar. Yo estaba rengo. Me decían que me iban a matar a patadas pero yo les decía que tenía la protección de silicona y me iba a olvidar de todo. Yo les dije que aunque sea un tiempo jugaba, pero estaba muy dolorido. Por el escenario y todo lo que había vivido, entramos a la cancha y me sentía invencible. Me olvidé de todo y visualizaba que toda la gente se callara. Mis tíos y mi prima habían viajado, no los encontré pero era una motivación también saber que estaban ahí“, cuenta con nostalgia.
Balsas reconoce que nunca volvió a ver el partido pero recuerda que “le salieron todas” esa tarde en La Bombonera, y explica por qué dice que fue de película esa historia: “gané todas, hice hasta dos o tres caños. Insaurralde se me tiró a la tibia que tenía jodida y lo puteé un poco, hasta me partió la canillera, igualmente hizo crecerme más. En el segundo tiempo, después del gol, me acalambré a los 20 minutos. Así como te hablo de Juan Manuel, se me puso el gemelo en la nuca y vino Matías Caruzzo a ayudarme a estirar y al salir me grita Ramón “bancatelá, bancatelá” y de repente nos quedaba un cambio y lo hace, pero no me saca y me dijo: “Dale, no tengo más cambios eh” y ahí me hizo aflojar todo y sentir más importante aún para el grupo”, dice entre risas.
Minutos después de esa situación, Balsas tuvo la jugada para liquidar el partido: “No podía más pero corrí 70mts con Clemente Rodríguez atrás y como había jugado bien, arrastré a toda la defensa y Menseguez quedó solo, se la di y definió bárbaro. Ahí sentí que estaba realizado, estaba muy dolorido además del cansancio físico. Es uno de los partidos más bonitos que recuerdo. Placente y Pereyra lo vivían muy especialmente por su pasado en River y estaba muy feliz por ellos”.

Recuerda una anécdota muy especial con su familia: “No les pude dar entradas porque pensé que no jugaba y las sacaron como cualquier hincha pero a mi tío le dio miedo de la cantidad de gente que había, sintió que estaba a punto de caerse y simuló un infarto para que lo dejen pasar, porque le decían que había que cantar y quedarse mirando el partido, así que el final lo vieron desde el hotel”, dijo.
Pasado ese épico partido para él, Balsas habla sobre qué sintió al irse del club: “Así es el fútbol, aunque entiendo que fue injusto pero me quedo con lo positivo, como decía al comienzo. Me han hecho saber siempre lo marcadas que quedaron esos partidos. Yo dificilmente vuelva hasta de paseo a la Argentina, pero me cruzo con hinchas y 10 años después acá estamos, recordando aquellos partidos y eso no me lo saca nadie. Tengo el orgullo de decir que me puse la 9 del gran San Lorenzo de Almagro“.
Más allá de cómo terminó su relación con Ramón Díaz, responde ante la pregunta de este medio sobre si se queda con el combo completo de lo que representa como DT y persona: “Tuve enormes entrenadores pero es el que más motiva a su plantel, con una personalidad enorme y me hizo sentir el mejor jugador del planeta durante varios partidos”, cerró.
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